Biblioteca Pública Digital


Cómo pasó en 9 meses de 10 mil a 74 mil inscritos


Recibió el Premio Avonni 2016 a la innovación pública y su modelo es mirado desde Japón, Alemania y Canadá.
Es una experiencia única. Ninguna digital cubre un territorio y fuera del país". Gonzalo Oyarzún Subdirector de Bibliotecas Públicas
La idea es que la biblioteca sea un centro de palabras y la gente pueda hasta pelear". Florencia García Directora de la B. Pública Digital
De todos los textos que leyó cuando niña mientras vivía en Argelia, el que más le gustaba a Florencia García (43) era «Asterix». Treinta años después, ese gusto por las historietas y la ilustración ha sido clave en la flexibilidad que ha tenido al armar la atractiva vitrina de la Biblioteca Pública Digital (BPD).
Allí, un día puede promocionar a Condorito y las Memorias de Ricky Martin y al otro Mal de amor, del Premio Nacional de Poesía 2015, Oscar Hahn.
Candidata a doctora en Filología Hispánica de la U. de Valladolid, en solo tres años García transformó a la BPD —de la que hoy es directora— en la tercera más demandada del país. Solo es antecedida por la Biblioteca de Santiago y Bibliometro, dos proyectos que la anteceden en al menos una década.
Este año en especial ha sido el destape de la BPD. No solo porque acaba de recibir el Premio Avonni 2016 a la innovación pública, sino porque solo en 9 meses —de febrero a noviembre— pasó de 10 mil inscritos a más de 74 mil.
Aunque las licencias digitales hacen que el inventario pueda variar bruscamente, hoy la BPD (depende de la DIBAM) tiene 14.500 títulos y 25 mil copias. Hasta ahora ha prestado 7 mil libros.
Hoy hay libros que tienen más de una copia. En cambio, cuando partieron, a comienzos de 2013, cada ejemplar tenía solo una: el inventario era de 3 mil «licencias», el término técnico para cada volumen. Para acceder a ellos hay que inscribirse en la BPD; solo se necesita ir a www.bpdigital.cl y poner el RUT.
Florencia aspira a que la biblioteca sea "un centro de palabras. Un espacio donde la gente pueda interactuar, no solo para leer, sino también preguntar, conversar, y hasta pelear".
Su trayectoria justamente se vincula a eso. Partió en una biblioteca municipal en Colina en 2000. Pasó a la primera Biblioteca Viva de Mall Plaza (que en dos meses, en sede Vespucio, captó 2.300 socios). Luego fue a la DIBAM a digitalizar las fichas bibliográficas de las 375 bibliotecas, y de ahí pasó a la BPD: en la práctica, ella y el escritor Salvador Young (medio hermano de Rafael Gumucio) están a cargo.
Cientos de reservas
"Difícilmente en Japón, Alemania o Canadá anden buscando un libro en nuestra biblioteca. Pero de allá nos están mirando, porque esta es una experiencia única. Ninguna biblioteca digital cubre un territorio nacional y llega a los connacionales fuera del país", dice el subdirector de Bibliotecas Públicas, Gonzalo Oyarzún.
De hecho, el 40% de las visitas provienen del extranjero, presumiblemente chilenos que viven en Estados Unidos, España y Argentina.
El sueño es tener los mismos libros que hoy están en venta en todas las librerías de Chile, con la mayor cantidad de copias disponibles.
Hoy la demanda de los títulos es mayor que la oferta. Por ejemplo, «Historia Secreta de Chile» tiene 29 copias, pero hay 545 reservas, por lo que una persona debe esperar 210 días para leerla. «Relatos de una mujer borracha» tiene 21 copias y 437 reservas: la espera es de 234 días.

Oyarzún reconoce que el camino no ha sido fácil para García. "Hay cosas súper dramáticas con las que Florencia ha debido batallar. En Chile, por ejemplo, no existen libros electrónicos. La ley, formalmente, dice que los libros son de pulpa y tinta. Mientras no se cambie, esto será un trabajo en un terreno bastante árido".

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