Escrito por Mario San Martin
Casi extraño resulta ver despejadas las veredas del centro de la ciudad de San Carlos, luego que, no se les renovara
el permiso que la misma autoridad les había otorgado para ejercer la venta de frutas, verduras, comida y otros en el lugar destinado al tránsito peatonal.
El que no se les haya renovado los permisos a los comerciantes ambulantes, no garantiza que esta práctica de ocupar las veredas no vuelva, ya que cada cierto tiempo las administraciones municipales terminan con un practica que luego vuelven a empezar.
Aun cuando las veredas tiene por finalidad servir al tránsito peatonal y el comercio ambulante en su propia definición no lo estaciona en vereda alguna, el tema es que las presión que ejercen comerciantes de frutas, verduras y otros artículos comienzan a generar de a poco la instalación de estos puestos y luego son estos quienes buscan a otros para que les vendan sus productos en las veredas y así se multiplican rápidamente.
La autoridad no ha hecho otra cosa que dejar las veredas para el uso que corresponde y la comunidad espera que esta medida se mantenga en el tiempo, ya que así lo han señalado las policías y han sido los habitantes de la ciudad que en el ultimo tiempo veían con asombro cómo el comercio ambulante se había degenerado totalmente.
Ahora, la autoridad debe asumir su rol en los perros vagos que deambulan botando papeleros y abriendo bolsas de basuras y no pocas veces mordiendo a los transeúntes.
De poco sirve que el municipio invierta recursos, siempre con los mismos proveedores, para vacunar, castrar y realizar labores sanitarias con perros que tienen dueños y que viven en los patios de sus casas, sino se hace cargo del problema sanitario y público que hoy existe en la ciudad. Los perros vagos que sedientos y hambrientos deambulan por las calles céntricas de San Carlos.